Post by La Quintaesencia on Oct 21, 2015 13:43:58 GMT -6

Todo comenzó con una fiesta esperada.
No, esperen; hay que ir más atrás. A un agujero. Donde vivía un Hobbit.
Aunque si queremos remontarnos al verdadero inicio, entonces hay que viajar 101 años al pasado, a la tarde del 24 de septiembre de 1914. El joven John Ronald Reuel Tolkien estudiaba en Oxford, donde había iniciado estudiando los clásicos pero un año antes había cambiado su disciplina y se había dedicado a estudiar el Ingles. Con la Primera Guerra Mundial que se avecinaba, Tolkien escribió un poema dedicado a Éarendel, el marinero de las leyendas:
Éarendel sprang up from the Ocean’s cup
In the gloom of the mid-world’s rim;
From the door of Night as a ray of light
Leapt over the twilight brim,
And launching his bark like a silver spark
From the golden-fading sand;
Down the sunlit breath of Day’s fiery Death
He sped from Westerland.
In the gloom of the mid-world’s rim;
From the door of Night as a ray of light
Leapt over the twilight brim,
And launching his bark like a silver spark
From the golden-fading sand;
Down the sunlit breath of Day’s fiery Death
He sped from Westerland.
Tolkien peleó en la Primera Guerra Mundial, y después regreso a Oxford, donde se convertiría en profesor. Con un marcado interés en el lenguaje y en la narrativa, Tolkien había empezado a esbozar las aventuras de los Elfos de Occidente en sus luchas contra el Mal Encarnado de Morgoth. Esta creación; esta incesante necesidad de narrar estas historias, lo acompañaría durante toda su vida.

Durante todo ese tiempo Tolkien nunca dejó de escribir sobre su mundo ficticio - su Legendarium - que para ese momento se había convertido en una historia de proporciones épicas; un romance mítico que cubría los cientos de años de lucha de los Elfos contra Morgoth y de los humanos justos que pelearon a favor del bien. Beren y Lúthien, Túrin y su espada negra y de todos los reyes Elfos y sus reinos en Beleriand que querían recuperar las sagradas joyas, las Silmarils, de las garras de Morgoth - esta era la saga del Silmarillion. The Hobbit no era parte de ella, aunque Tolkien había tomado ciertos nombres para darle trasfondo.
El éxito inmediato de The Hobbit hizo que George Allen & Unwin le pidiera más historias que publicar. El profesor les envió varios escritos que no fueron leídos o no fueron entendidos (el que leyó The Lay of Leithian pensó que era un poema existente que Tolkien había traducido) y le fueron rechazados y se los regresaron un 16 de diciembre de 1937. Tres días después, el 19, Tolkien le escribe de vuelta a George Allen & Unwin diciéndoles que estaba trabajando en algo nuevo: una nueva aventura que involucraba Hobbits.
El primer capitulo de esta nueva historia le vino a la mente del profesor de manera casi formada, aunque no sabia mucho del significado del Anillo y otros puntos importantes. El resto, con constantes revisiones que eran una extensión natural del perfeccionismo que caracterizaba a Tolkien, tardó 13 años en ser completado. El resultado fue una obra distinta a lo que se conocía hasta ese momento, con una profundidad y alcance nunca antes visto. Tolkien no era partidario de la Suspensión de la Incredulidad - ese concepto que nos permite, por ejemplo, creer que una araña radioactiva puede conceder superpoderes; para él, la creación de un mundo secundario - una fantasia - radicaba precisamente en la credibilidad del entorno creado. Middle-Earth no iba a ser sólo un escenario, iba a ser un mundo vibrante y vivo, con sus habitantes, sus historias, su geografía y sus, tal vez por encima de todo, lenguajes. Una Mythopoeia, la realización de una subcreación como expresión de la imaginación humana - generadora de mitos.

La valentía de Frodo y Sam, la nobleza de Aragorn y la sabiduría atemporal de Gandalf capturaron la imaginación del público, convirtiendo a The Lord of the Rings en una de las piezas fundamentales de la cultura del siglo XX. Con 150 millones de copias vendidas hasta la fecha, está sólo por debajo del clásico de Charles Dickens A Tale of Two Cities (The Hobbit ocupa el tercer lugar).
Describir el impacto que ha tenido The Lord of the Rings es difícil. A Tolkien se le atribuye la creación de la "Alta Fantasía", un subgénero de la fantasia caracterizado por sus historias épicas en alcance, y la cantidad de autores que se han inspirado en su trabajo es cuantiosa. Tan sólo recientemente, el fenómeno cultural omnipresente que es la saga de Game of Thrones/A Song of Ice and Fire de George R.R. Martin es un descendiente directo - y confirmado por el mismo Martin - del trabajo de Tolkien.
Innumerables libros, ensayos y escritos tanto académicos como informales se han realizado sobre la saga, explorando la complejidad de los temas que uso Tolkien en su composición. Y claro, no se puede dejar de lado toda la variedad de adaptaciones que su trabajo ha tenido, las cuales han ayudado a difundir su obra. The Lord of the Rings ha estado presente en todos los medios, con videojuegos, adaptaciones en radio y, no podemos dejar de mencionarlo, una adaptación en cine que recaudo miles de dólares en taquilla y fue aclamada por el publico y la critica.

Pero sobre todo, pienso que lo que hace de The Lord of the Rings es la humanidad y compasión reflejada en sus personajes y su historia. Al final, la derrota de Sauron no fue gracias al noble rey cuyo linaje se remonta a los más grandes reyes de los Elfos; ni del sabio Istari de allende el mar o el príncipe Elfo. Todos ellos son héroes, sí, pero la victoria - la 'Eucatástrofe' como la llamaba Tolkien - proviene del heroísmo extraordinario de aquellos a los que consideramos más ordinarios. Hay muchos grandes héroes en la ficción, pero lo que pone a Frodo y a Sam por encima de ellos es que no necesitaron superpoderes o ser hijos de un Jedi para combatir el mal - sólo necesitaron ser humanos.
De todas las maravillosas frases de The Lord of the Rings, esta de Gandalf es la que sobresale:
All we have to decide is what to do with the time that is given to us.
Edinor veren, The Lord of the Rings.
#Hector